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lunes, 16 de febrero de 2009

Carnaval Huarasino

Por J.  Santiago Maguiña Chauca

Como las  más significativas manifestaciones del acerbo folklórico  ancashino  dejó señaladas, el desaparecido historiador Presbítero Augusto Soriano Infante; “Los Carnavales y Fiesta de Cruces de Huarás; los montes, tabladas y cóndor rachi en Carás; la Semana Santa de Pararín y Marca”.

Más nuestro diligente investigador no pasó de esta simple enumeración, y parece que no puso el menor interés en dilucidar el origen y el significado de las festividades que comprende la celebración de estos tres días consagrados al “Dios Momo”. Los contados escritores que se han ocupado del Carnaval Huarasino, no han pasado de hacernos una pintura más o menos aproximada de suntuosidad y colorido de la festividad de las cruces y del huachihualito, sin tratar de desentrañar un contenido mítico.

En nuestro concepto, el Carnaval Huarasino, constituye una expresión mestiza que no merece la indiferencia interpretativa en que se halla sumida, por falta de estudios de la categoría de Víctor Navarro del Águila, del P. Jorge Lira, de Federico Schaalb y Salvador Palomino Flores, quienes han realizado estudios sobre la fiesta de las cruces en Ayacucho, Huancayo y de los carnavales en Cusco y Apurimac.

Sobre el origen del carnaval peruano hay dos teorías: la de quienes sostienen que tiene un origen español (Navarro del Águila y Nicomedes Santa Cruz), y la del P. Lira, quién sostiene la existencia de un carnaval prehispánico. Veamos lo que dice el P. Lira. El “Puhllay”, Carnaval Indios del Perú, tiene distintivos y características de pureza inconfundible. Por todos sus costados, autóctono, muy indio.

En primer lugar, el sentido estético social está por encima de toda otra concepción, común a pueblos de origen no indio. Su entrelazamiento con el panteísmo, las prácticas rituales con que comienzan estas fiestas es argumento de primer orden. La partes estética sobresale infinitamente por la insuperable belleza de la indumentaria, las canciones y la música es absoluta inspiración india. Y lo estupendo está que tiene música propia, canciones propias y hasta danzas propias.

La propia denominación “Puhllay”, indica diáfanamente tratarse de un acontecimiento social religioso-estético-telúrico-precolombino de uso inmemorial dentro de los núcleos étnicos de Tawuantinsuyo. La incursión europea -parece- casi nada influenció sustantivamente al “Puhllay” autóctono. El carnaval de los blancos más bien parece se vió obligado a asimilar elementos de la Fiesta India, y pugna hoy mismo por arrebatarle valiosos motivos al juego nacional vernáculo de América India.

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Y Víctor Navarro del Águila, quién ha estudiado el carnaval apurimeño, apunta: A la América pasó el carnaval de los colonizadores y, particularmente, al Perú, traído por los españoles. Pero por la influencia del medio geográfico y otros factores de orden étnico, como todos los elementos culturales importados por los españoles, el carnaval ha tomado fisonomía particularmente en nuestro país, aún más, dentro del Perú, cada región se distingue de otra.

Nosotros aceptamos la teoría de del Águila, y pensamos que el Carnaval Huarasino es un producto aculturado, que conserva en sus manifestaciones de la fiesta de las cruces y del tumbamonte, fuertes reservas del antiguo pensamiento arcaico andino, modificadas por las formas cristianas que trajeron los españoles. No hemos hallado huellas del Carnaval Indio del Perú en Huarás.

San Sebastián de Huarás (16 enero 1572), fue fundado como pueblo de indios en las postrimerías de la tercera década del siglo XVI, hasta mediados del siglo XVII, la penetración de españoles -por el sistema de las composiciones de tierras comenzaron a dar una nueva fisonomía al pueblo de Huarás, lo que no duraría mucho, pues el 6 de enero de 1725 fue destruido por un sismo de grandes proporciones. Sobre esas ruinas se reconstruirá el Huarás que, con el transcurso del tiempo sería la bella ciudad que nos vió nacer, crecer y que más tarde sería destruida por el sismo el 31 de mayo de 1970.

De acuerdo con la tradición europea, el Carnaval Huarasino celebra los clásicos tres días: domingo, lunes y martes, tres días de jolgorio general. Pero, con un carácter más íntimo, podemos incluir también los dos jueves anteriores al domingo de carnestolendas, denominados respectivamente: Jueves de Compadres y Jueves de Comadres, según estén dedicados a los varones y a las mujeres, constituyendo pretexto para reuniones familiares o de amigos íntimos.

El Carnaval Huarasino, comienza el sábado por la tarde, con la entrada del Ño Carnavalón seguido de sus comparsas enmascarados. Suponemos que esta mojiganga sea de origen hispano; y que podemos identificarlo con lo que el folklorólogo brasileño:

Paulo de Carvalho Neto llama Folklore de Protesta. Las máscaras representan animales, seres sobrenaturales o a personajes antipáticos de la actualidad local.

Pero, en el Carnaval Huarasino destacan por su colorido: el domingo con sus cruces y el martes con el huachihualito (tumbamonte), y el Corso de la Reinas del Carnaval.

El Domingo de Carnaval con su desfile de cruces, es la más genuina expresión del mestizaje de esta fiesta de las cruces, es la representación de una antiquísima costumbre prehispánica modernizada y cristianizada por los españoles.

Pero, no debemos olvidar que la festividad de la Cruz en España, el 3 de mayo no es una ceremonia que sólo guarda relación con la Hagiografía cristiana, sinó que servía para combatir los ritos paganos relacionados con las cosechas, practicados desde tiempos inmemoriales por los pueblos europeos.

En igual forma, los españoles al llegar al Perú hallaron una serie de ritos agrícolas.

Estos ritos fueron desterrados y reemplazados por otros, por los doctrineros; así, donde antes hubo una dacha o una apacheta, se levantó un templo cristiano a una cruz.

El antropólogo Palomino Flores, que ha estudiado la festividad de la Cruz en la ciudad de Ayacucho apunta: En la ciudad de Ayacucho, las fiestas de la Cruz se celebran en cuatro fechas bien marcadas: marzo o abril, mayo, junio y septiembre... Si nos fijamos bien en el comienzo y en el término de estas fechas y en sus relaciones con el ciclo agrícola actual, veremos que ésta es una época de satisfacción y abundancia, porque es la época de la cosecha. Culmina con la cosecha (que coincide con la fiesta del 3 de mayo), y se prolonga hasta septiembre en que todavía hay abundancia, pero en vías de agotamiento, en que es necesario pensar en una nueva obtención de alimentos.

Luego, Palomino Flores hace un análisis comparativo del Calendario Incaico, descrito por Huamán Poma de Ayala, según el cual el ciclo de las cosechas y abundancia corresponde a los meses comprendidos entre febrero-marzo a septiembre, y el del hambre corre entre octubre y febrero-marzo, concluye.

En conclusión las fiestas de las cruces actuales, en ayacucho y en los pueblos de la región andina, son reflejos de abundancia y regocijo en el ciclo agrícola Inca o Preinca; fiestas o ritos de la cosecha que perviven hasta la actualidad en la singular identidad de cruz y frutos (frutos recién maduros en las chacras y en las piruas) depósitos...

Si nosotros trasladamos este esquema a la realidad económica-geográfica de Huarás, veremos que coinciden perfectamente dentro de él las fechas en que se celebran las festividades de la Cruz en Huarás: Carnavales (variable entre febrero y marzo), el 3 de mayo y el 14 de septiembre.

Aquí, vamos a analizar la primera festividad y su significado. La festividad de las cruces del domingo de carnaval, en nuestra opinión, es un acto de agradecimiento a Dios por el logro de las primeras cosechas. En enero concluye el período denominado “Mallaké” o hambruna con la cosecha de mitzcas o michcas de papas y de maíz. Este período se ha dejado de sentir entre los meses de octubre a enero, por el agotamiento de las cosechas y la iniciación del sembrío. Corresponde a nuestros antropólogos descubrir que ritos prehispánicos yacen encubiertos por el culto a la Santísima Cruz.

Sin detenernos a analizar la segunda festividad de la cruz de Huarás, o sea la fiesta de mayo -la que será materia de otra disertación- creemos conveniente decir que corresponde a la extendida festividad incaica del Aymoray, en que se tributaba culto especial a la “Saramama” o madre del maíz.

Los pueblos europeos antiguos y modernos -escribe James Frazer en su libro La Rama Dorada- no han sido los únicos en personificar al grano como una diosa madre. La misma idea sencilla ha surgido en otras razas agrícolas en distintas partes del mundo y fue aplicada por estas a otros centros cereales indígenas distintos de la cebada, su madre del trigo, etc., América tiene su madre del maíz y las Indias Orientales su madre del arroz.

El domingo -preferentemente- aunque también los otros días, es el día de las cruces.

Desde temprano las cruces bajan de las estancias o salen de las casas de la ciudad con rumbo a las cuatro iglesias primorosamente engalanadas. Estas cruces se veneran en las cumbres de los cerros; las siguen llamando Wain-cruz, o sea las que reciben culto en las casas. Todas estas cruces varían en el tamaño y en la calidad del adorno. Las hay bordadas en pana y también en otras modestamente revestidas de machitú y otras flores.

Las cruces van acompañadas de banda de músicos, por caja y flauta o  simplemente en silencio; algunas de “categoría” van acompañadas de una mojiganga compuesta de un oso o un capitán, quienes bailan y evolucionan delante de ella. Convendría desentrañar el significado totémico de ambos personajes.

Otra razón que nos induce a pensar en la estrecha vinculación del culto a la Cruz con los antiguos ritos agrícolas, es el hecho de que solo indios mestizos son los que participan en esta festividad.

El huachihualito o tumbamonte, seguido del corso y entierro del Ño Carnavalón, constituye los festejos significativos del martes de carnaval, vamos a ver separadamente cada una de ellas, porque son dos formas culturales diferentes: la aborigen y la hispana, respectivamente.

El huachihualito, montehualli, tumbamonte, yunsa o cilulo, es una costumbre extendida por todo el Perú. Esto, nos hace pensar que no es una simple forma de diversión, como la de jugar con agua o harina o de pintarse con colorantes o anilinas, no sino por el contrario, encierra un simbolismo sagrado que hoy día se ha perdido. Bien podría ser una forma del culto a los árboles, propio de los pueblos arcaicos.

En la historia religiosa de la raza aria de Europa -escribe Frazer- la adoración a los árboles ha jugado un papel importante. Nada puede ser más natural en la aurora de la historia, Europa estaba cubierta de inmensas selvas vírgenes y en las que los escasos claros deberían parecer a modo de islas en un océano de verdor.

Si, como han sostenido el argentino Vicente Fidel López y el peruano Pablo Patrón, el hombre peruano desciende de la raza aria, no sería arriesgado suponer que también en el Perú, el hombre primitivo tributara culto a los bosques y a los árboles.

Pero volvamos al libro de Frazer y leer que: Cuando se llega a considerar el árbol no tanto como el cuerpo del espíritu arbóreo, sino simplemente como su morada, de la que puede prescindir si gusta, se ha hecho un avance importante en el pensamiento religiosos; el animismo va caminando hacia el politeísmo. En otras palabras; en lugar de mirar cada árbol como un ser consciente y vivo, el hombre solamente le ve como una masa inerte y sin vida en la que reside poco o mucho tiempo un ser sobre natural que puede pasar libremente de un árbol a otro, gozando de ciertos derechos de posesión o señorío sobre todo el bosque, y dejando de ser un alma del árbol llega a ser un dios de la selva. Tan pronto como el espíritu arbóreo se ha zafado de cierta medida del árbol en particular, comienza a cambiar su figura y tomar la humana, en virtud de la tendencia general del pensamiento primitivo a revestir de concreta forma humana a los seres espirituales abstractos... Este cambio de forma no afecta al carácter esencial del espíritu arbóreo.

 La potestad que manifiesta como alma arbórea corporizada en un árbol sigue poseyéndola todavía como dios de los árboles, lo que intentaremos probar en detalle. Demostraremos primero que los árboles considerados como seres con alma tienen virtud acreditada para hacer que llueva o que el sol brille sin nubes, que los ganados se multipliquen y que las mujeres tengan partos fáciles.

Cita, Fracer, diversos ejemplos de los pueblos primitivos que practican el culto el culto a los árboles, y luego señala casos concretos de la supervivencia de esas creencias en la Europa moderna. Cita una costumbre muy generalizada en muchas partes de Europa, y que se cumple el 24 de junio: “... salir a los bosques, cortar un árbol y traerlo a la aldea e hincarlo erguido en el suelo entre la alegría y el bullicio de las gentes”. Es la festividad del árbol mayo, que tiene diversidad de formas. Se le conserva un año, al cabo del cual es renovado por otro. Es adornado y habiendo perdido su carácter sagrado, se convierte en simple centro de reunión para divertirse.

Robles y abetos son los árboles que se utilizan.

Si aplicamos lo dicho por Frazer a nuestro huachihualito, hallaremos muchos puntos semejantes. Así en lugar de roble y abeto, nosotros utilizamos el capulí, árbol duro y abundante en la región, que bien pudo haber tenido un valor sagrado al crecer formando bosques.

No sabemos cuando se originó el huachihualito como número culminante en los festejos del carnaval; más, hasta donde llegan nuestras informaciones, era una distracción propia del campesinado y del estrato que nosotros conocemos con el nombre de mestizos; esto probaría, como en el caso de las cruces, el origen prehispánico de esta costumbre; Adquirió jerarquía aristocrática, en 1921, cuando el Comandante Rebollar organizó el primer corso de Carnaval presidido por S. M. María I, o señorita María Iberico; Dentro de esta nueva clase social, fue fomentado por las instituciones sociales, y por ultimo, sirvió de pretexto para reunir en chacras particulares a un grupo de familias amigas.

Plantado el árbol de capulí, es revestido de frutas de la región, huahuas y guanaquitos de masa y banderitas, cadenetas y quitasueños. Estos adornos han sido llevados en los famosos “arcos” que ha obsequiado la pareja del año anterior.

Los invitados forman ruedo y por parejas: hombres y mujer, al son de la banda, danzan en derredor del árbol, descargando sobre éste recios golpes de hacha; Los del ruedo van cantando:

Hoy es carnavales,

mañana es ceniza...

jpricho cascaron,

socsu rrullanhuan.

O las otras de:

Huachihualito, huachihualón

vida de mi corazón;

hachihualito, huachihualón

vida de mi corazón;

Dale duro, dale duro

como al zapallo maduro

dale duro, dale duro

como al zapallo maduro

La última pareja -que ha sido designada de antemano- que con sus hachazos logra derribar al árbol, es la que lo pondrá al año siguiente. Es una costumbre oriunda nuestra. 

Apunte de Centro de Investigación y Documentación (CID)

domingo, 15 de febrero de 2009

Los Pashash

”Mitos y Leyendas Ancashinas”    

Del Libro de Julio Olivera Ore ·      

El Imperio pre-inca de la Cultura Callejón tenía entre sus reinos federados los Señoríos de Apallasca y Otorongo. El Inca Pashash, era el sol resplandeciente, soberano de aquellos territorios. Erigió el portentoso Castillo cuya Segunda planta fuera revestida con las láminas de oro de sus dominios. 

Los escultores y orfebres más famosos tallaron en piedra simbolismos alucinantes y labraron en oro decoraciones sutiles y maravillosas. Los ejércitos primero de Pachacutec, después de Huayna Capac allanaron el Castillo y los españoles en la conquista, barrieron hasta el polvo. Posteriormente los extirpadores de idolatrías con la instalación de los jesuitas en Llapo derribaron las esculturas de aquel olimpo mitológico y perseguidos fueron sus sacerdotes y vestales.

          El Virrey Toledo recibió  la real Cédula de su Majestad el  Rey de España que permitía a los sacerdotes del Inca Pashash habitar su Castillo bajo la advocación del Patrón Santiago el Mayor. Renovó aquella Cédula en los aborígenes la esperanza en un destino mejor y los ayllus reunieron presto a los Incas y Pashash desterrado.   

          Don Teodoro Canchas legítimo heredero del Cacicazgo de Cabana, vivía refugiado entre Pachorgo y Ojopito. Una comisión de mallquis de la nobleza hubo de invadir aquel refugio y casarlo como a un puma para que retornara a su principado. De aquí que la tradición recuerda su nombre como ”Pillao” que quiere decir ladrón. 

Don Teodoro Canchas Pillao fue el último Cacique de Cabana y Huandoval que llevara aquel apellido y con ese nombre y apellido siguió pleito en León de Huánuco para obtener la donación que en favor de los pueblos de Pallasca le hiciera el Encomendero Valentín de Pardavé en 1595. 

            Atuspiñan Inca entre Parga y Llactabamba dejó una generación de Incas que superviven en los riscos y la última Pashsh fue  “Catalina”, que fiel a la tradición medrara incógnita en las cuevas bajo la protección de los caciques de Cangush, Ugabú y Malape- 

             Cuando Catalina cumplió catorce años era una hermosura real y en Shaños se celebró sigilosamente la ceremonia del “Huasca Rachi”, rotas las argollas de virginidad. De vestal paso a hurí y aquella belleza codiciada debería darle soberanía entre el cúmulo de sus admiradores. 

En el paraíso de su adolescencia tuvo a sus pies la lira de los bardos, la canción de los trovadores, el tesoro de los avaros y los honores de los poderosos. Y gusto el placer sensual de efebos vigorosos y la lejanía lasciva de viejos libidinosos. 

Regaló caricias a pordioseros llegando a enriquecerlos con creces. Un beso de sus labios redimía hasta los bandidos. 

           Las turbas la aplaudían cuando en la danza desflora garbos y  daba a admirar el encanto de su hermosura, apetitosa y codiciable. Y quien lograba el favor de tenerla en sus brazos no sabia si besaba una flor o una estrella o si ajustaba a  su talle la cauda de un astro o las ondas de una melodía. 

            Cuando Catalina recibió el  Castillo de sus antecesores, hubo de remozarlo con lujo Inca y zalamería andaluza. Y en aquel palacio volvió a lucirse las galas del sol por entre encajes sevillanos y tintes de Senegal. 

             Una banda montada por  Popiniano Sánchez saqueó y desbastó el Castillo. La autoridad que lo juzgó lo condenó  y a toda su generación a agregar a su apellido la palabra “Pillao”. Tal la tradición guardada por aquél cumplido varón que se llamaba don Jeremías Sandoval.

lunes, 9 de febrero de 2009

Carnavales Rurales Huarasino

KALLISHTURA EN EL MEDIO RURAL y CRUCES DEL CARNAVAL HUARASINO.

Por J. Santiago Maguiña Chauca

“Kallistura”, expresión quechua con que se denomina a los Carnavales Rurales,fiesta típica popular en las alturas de nuestra ciudad de Huarás.

Los días Jueves Compadre y luego a la semana Jueves Comadres, preceden a esta tradicional fiesta de franca expansión y locura, en especial para el elemento joven, donde toma parte toda la comunidad verdaderos eventos del juego, donde se hace uso profusamente la harina del norte, agua, frutas malogradas, “Kotu”, san alonso, tiznes, anilinas y hasta se acude al barro, como último recurso.

CRUZ HUATAQUI (amarrar y adornar la Cruz), las cruces son: “Común Cruz” la Cruz de la Comunidad o Común Cruz, siendo adornados y patrocinados por el Alcalde Envarado y todas sus autoridades de la estancia o caserío (localidad), éstos son bastante elevados y pesados; “Huayi Cruz” la Cruz del hogar, es muy particular y su dueño se llama “tronco”, quien atiende a los devotos; estas cruces son medianas.

Tanto el uno como el otro son adornados con plantas de la puna como: “Huallpapachaquin”, “Romero”, Hueclla”, “Rejón”, “Machitu”, “Tarushpa-huacrán”, y “Postizos” de maguey o yeso, elaborados en forma artística, donde el campesino hace derroche de su gran capacidad de imaginación y refinado arte en su colorido...

CRUZ VELAQUI (velación de la Cruz), por lo general, el sábado de Carnaval por la noche, se verifica la velación al son del resonante golpe de la caja y del ulular de la rimbombante flauta  de la comunidad, y en los hogares particulares al traqueteo emanador de la tinya de “llacuash” y del ritmo encantador de la meliflua chisca de carrizo, que resuenan incansablemente; allí es cuando se juega desenfrenadamente, se goza, se baila y se jaranea jubilosamente. Estos juegos son tan campechanos, donde hay: “Machcanaqui”, “Llushinaqui”, “Sactanaqui”, “Armanaqui”, etc. En este acto, sin dilación alguna se “Chupa” (bebe) sin medida: alcohol, chicha de jora, otros licores, ya sea con “punto” o “poliponcho”; se canta “kotzu” y se baila o danza “tushu”, se embriaga “macharcun” y se ronca con toda libertad; aquí viene para alentar el cuerpo rendido, el “pekan caldu”, con papa sancochada, rocoto molido con “kurpa tzintzu”, “yaku tzintzu” y “huerta tzintzu”, o el llamado huacatay; a continuación no falta su botella de ron puro, con su buen ponche de chicha con harto huevo de gallina de corral, donde uno amanece a flor de bastos.

CRUZ MITZAQUI (misa de la Cruz), ¡Bendito sea el domingo de Carnaval!, todas las casas donde se llevó a cabo las velaciones de cruces se llenan de gentío e invitan a sus asistentes o devotos un suculento almuerzo, luego se trasladan a la ciudad con sus imágenes al hombro, donde el párroco de su barrio, le ofrecerá una misa en honor de las mencionadas cruces; las cruces de la comunidad son acompañados con caja y flauta, sus danzantes “tushok”, ya sea Capitanes con tres picos, los pumas con sus disfraces de osos, el “konkón” con careta de ángel, todos a la ciudad en medio de una algazara locuaz.

Las cruces medianas o de los hogares al más pequeño, abonan sus derechos para ingresar al templo la suma de S/. 50,00 soles oro; Y los de la comunidad que son los más grandes, que concurren con caja y flauta, más sus danzantes, pagan de S/. 500,00 soles oro a más; siendo una ceremonia comunitaria; terminada la celebración de la Santa Misa, se observa que cada Cruz es sacado en forma ruidosa y desordenada. Los “Tushok” o Capitanes, están vestidos de militar español, con sables y pañuelos, y los “pumas” representan a un oso ataviado de pieles lanudos; todos entran a la ciudad en medio de una algazara y locuacidad.

El retorno a la comunidad rural, se hace muy distraído y como se pueda, porque todos los acompañantes están en estado de embriaguez, pintados hasta no más. Al fin ya en su medio poblado, las cruces de la comunidad, son recibidos por las autoridades en compañía de todos los vecinos de la estancia o caserío (localidad), con el tradicional “chasqui” de licores, comida y gran jarana, hasta las últimas consecuencias.

CRUZ CHASQUI (recibimiento de la Cruz), en las casas particulares el “tronco” o dueño de la casa, les recibe al devoto con la tradicional “taripa”, a una cuadra de distancia cargando varias botellas de alcohol y su “kuntu” de chicha, donde el mayordomo o devoto de la Cruz de casa,  le corresponde con una buena cantidad de licores; la Cruz acompañada, por una buena banda de músicos con su tradicional “tzampi” o “Rodaja”, que es una tablada adornada con una gran cantidad de diferentes frutas, damitas de pan y biscocho, buenas botellas de pisco, rodeado de banderines y cadenetas de colorido papel, siendo trasladado por varios hombres, a su vez se le colocan al pecho del “tronco” una banda de frutas y licores, ciñéndole las sienes de una corona de frutas y sabrosas roscas bañadas de miel.

Se toma (bebe), se baila y se juega en la calle, después de un rato se pasa con dirección a la casa del puntilloso “tronco”; Allí el “camachico” (mozo), y su ayudante lo reciben con una gran mesa tendida al ras del suelo, sobre frazadas y manteles, con un montón de panes, llamas, guaguas, guanacos, botellas de licores, con su gran cántaro de chicha “jahui”, con su “ponga”, “chaka”, con su “ankara” (matazo) de tres potajes: primer plato de “puchero” (col y culis), con su “panku” (brazuelo de res); como segundo plato, su “mondongo” de maíz o caldo de gallina, y tercer plato su “jaka-pilatashka” (picante de cuy); De inmediato se suceden los licores, la sabrosa chicha, la música, el baile, él jaraneo, conversaciones íntimas de diferentes motivos, de cosechas, animales y hasta se habla de matrimonio familiar. Unos se retiran y otros se quedan dormidos; la fugaz locura de la noche y termina al día siguiente, con su “pekan utzu” y su tradicional “peka-jampi”....

CRUZ HAHUAQUI (colocación de la Cruz), el día del “peka-jampi”, se trata de colocar la Cruz de la comunidad, después de una reunión invitada por las autoridades y otros devotos, toman algunos vasos de ron y chicha, acto seguido se dirigen a la cumbre más alta de los cerros vecinos y en el lugar más visible, donde hay una peana se coloca al Señor y se retiran a sus casas. En este caso dice la tradición que la Cruz desde ese lugar los protege y ampara a la humanidad de todos los riegos de la vida.

En cuanto a la Cruz de los hogares particulares, es el “tronco”, quien llama a sus allegados un día anterior y los somete al tradicional “peka-jampi” (cura cabeza), donde se toma el “pekan caldo” con papas frescas sancochadas, a continuación se beben licores en cantidad, donde se comprometen a nuevos mayordomos para festejar la cruz en el año venidero, “chispeaditos” proceden a colocar la Cruz en su altar, ya sea dentro de la casa o en la pared del hogar “tronco”, con vista hacia el camino, para que desde allí la Santísima Cruz, bendiga a los transeúntes y viajeros.

CRUZ SUHUAQUI (robo de la Cruz), no falta un devoto oculto, que tiene el gran deseo de festejar una de estas cruces; pues espera que pase un tiempecito y de la noche a la mañana, desaparece esta imagen; ya sea para las autoridades o para el dueño de la Cruz; es una gran preocupación hasta descubrir quien es el devoto ladrón; que tal como se robó debe celebrar con la mejor pompa y devoción a la Cruz de la Redención Humana. 

CRUCES DEL CARNAVAL HUARASINO.

Es una costumbre tradicional, consistente en el juego con agua, talco perfumado y el wachiwallito o tumbamonte. Es organizado por los barrios o instituciones locales, quienes cada año, tratan de darle un toque diferente y singular en la presentación de comparsas o corsos de reinas de carnaval.

Generalmente, estas festividades de carnaval, tienen acompañamiento musical a base de roncadoras y flautas; asimismo, es motivo de misas, procesiones, danzas, música y juegos con: talcos perfumados, harinas y serpentinas.

Al final de la festividad la cruz es colocada CRUCES DEL CARNAVAL: Chisguetes perfumados (colombina).

Es una demostración folklórica de gran belleza, que se manifiesta en todo el esplendor, unos días antes de la celebración de las fiestas de carnaval; La tradición oral, cuenta que esta manifestación cultural tiene su origen en el “puqllay”, especie de juego de fiesta de los antiguos pobladores, antes de la llegada de los españoles, que ocurría en el mes de febrero.

En el “puqllay”, se sacaba ídolos de piedra en andas y recorrían la ciudad bailando al son de sus instrumentos y tomando chicha de jora; Estos ídolos se encontraban en la intersección de los caminos o lugares que significaban peligro como las bocas de salida de las lagunas o en las paredes altas de sus chacras como protección.

Cuando llegaron los extirpadores de idolatrías, hicieron reemplazar los ídolos por la “Cruz de carnaval”, cuentan que donde se colocan ahora las cruces estuvieron antes los ídolos y que son lugares donde no caen los rayos.

A la fecha, se distinguen cuatro tipos de cruces de carnaval: 

Cruz de machitu o weqlla.- están amarrados simétricamente en plataformas de madera y carrizo, variando estos desde los 30 cms. hasta los 4 o 5 metros de longitud, siendo pintadas con purpurina plateada algunas y otras en especial las de tamaño grande, son adornados con los postizos, que son figuras de maguey o yeso policromados, representando animales, plantas o imágenes ( ¿Quizás antiguos ídolos? )

Cruces Bordadas.- También con base de madera, variando su tamaño de 30 cms. á 2 metros de longitud, en que es acondicionada una cruz bordada en alto relieve, con hilos de metal dorados y plateados, sobre terciopelo o pana.

Calvario.- Hechos de madera con aditamentos alusivos a la pasión de Cristo; estos se ubican en caminos, caseríos y comunidades cercanas a centros poblados; son tradicionales los de Pumacayán, Rataquenua, Auquí, Centenario (Patay),

Kawaq Cruz.- Es una formación natural, que tiene características de cruz y son encontradas en raíces o tallos de plantas, como el molle, 

Apuntes: J. Santiago Maguiña Chauca

Huarás, 22 de febrero de 1969

J. Santiago Maguiña Chauca - “Josua James”